De la sociedad amoral a la sociedad del terror

Foto: Reuters

Nos aterrorizan y aterrorizamos en consecuencia, solo que de manera racional, planificada, incluso más allá de la ya palpable deshumanización. Si a través de la observación del comportamiento de nuestras sociedades comprobamos de qué manera la moral (la ética) se ha quedado en discurso vacío, en el que por pereza nos dejamos llevar por la inacción y la contemplación, y por lo tanto sin un replanteamiento de nuestras caducas costumbres de salón de clase siempre media; mediante el terror logramos dar el salto virtual hacia la acción imaginada: nos convertimos en personas que sufren de manera rabiosa el miedo y que necesitan de una pronta reparación, y por lo tanto no solo se resignan ante el hecho de que el terror psicócapta esté controlando el mundo como única salida, sino que encuentran alivio en la utilización del terror contra el terror.

La forma en la que el movimiento Futuro Vegetal está siendo presentado como un grupo terrorista responde a esa dinámica de sustitución del miedo (como atadura) por el miedo absoluto que pide a gritos un rescate colectivo, definitivo y total, y por supuesto una venganza. ¿Pero en qué asuntos hemos sentido agresión semejante como para perseguir a un grupo de jóvenes cuya desobediencia va dirigida a la denuncia de un mundo en llamas, un mundo que se devora a sí mismo?

Por más que no nos gusten sus formas, por más que sus acciones no sean de nuestro estilo; es obvio que esas chicas ni son criminales ni tienen pinta de llegar a serlo. Parar un avión privado y no permitir que salga puede ser un delito y una maniobra antiestética, ¿pero vamos a tildar a nuestro gobierno de terrorista el día que no quede más remedio que asumir que ha llegado el fin para el desatino de los vuelos privados? Por razones menos contundentes se prohibió fumar en sitios públicos hace años, pues de no hacerlo se ponía en riesgo la salud pública, y todavía hay hoy quien piensa que esto es un atentado contra la libertad. ¿Qué pasaría si ahora mismo los médicos fumaran en las consultas, o los profesores en los institutos, perseguiríamos a quienes se opusieran activamente a ello?

Desde que tengo uso de razón han existido las manifestaciones y, en muchas de ellas, se han quemado contenedores. No es que esta práctica sea defendible, pero nos asombraríamos de cuánta gente ha pasado por sindicatos y organizaciones ciudadanas ‒quemando contenedores‒ hasta llegar a ser una persona pública respetable e incluso de renombre. ¿A qué viene esta hipocresía, entonces?

No estamos ante una nueva radicalización de la protesta; si hacemos un ejercicio de memoria y traemos al presente las acciones del 15M, 25-S rodea el Congreso, y de todos los grupos de indignación que se fueron atribuyendo, en la década anterior, de lo que podríamos llamar el poder popular, veremos que no hay razón alguna para llegar al extremo de la persecución de Futuro Vegetal como grupo terrorista, salvo que nos encontremos frente a un caso típico de demonización de ciertos movimientos sociales por miedo (terror) a que estos apunten al meollo del asunto y se extiendan por doquier. Una demonización donde el primer paso consiste en alentar o permitir que el colectivo en cuestión sea criminalizado y aislado por los medios de comunicación para que difícilmente pueda generar solidaridad a su alrededor, y en segundo lugar ejercer un control ejemplarizante mediante el castigo.

Y es aquí, en el castigo, donde la desproporción no solo actúa exagerando el miedo sino que (re)produce también respuestas desmedidas, más parecidas a tiempos dictatoriales que a tiempos como los que vivimos, de democracia frágil pero en los que aún sigue existiendo una división de poderes, ¿o no?

En juego hay mucho, no solo la desmitificación de la protesta y la muerte de los héroes y heroínas que se enfrentan al Sistema a cara descubierta, también está en juego nuestra dignidad como ciudadanas del mundo. Si la libertad de pensamiento se ve afectada, ya podemos olvidarnos de creer en los derechos humanos más que en Papá Noel. Lo estamos viendo en Gaza, lo vimos en la Alemania nazi, el primer paso para el totalitarismo no es la imposición mediante leyes de un orden establecido, es la creación de un imaginario social, y colectivo, donde los grandes terrores no provienen de las ratas que transmiten con sus pulgas la peste, sino de los y las inmigrantes, los y las de piel oscura, los y las pobres, los y las pacifistas, los y las diferentes; y ahora también esa juventud que no clama en las plazas públicas apuntando al origen del problema, que no clama pero que debería, que no clama pero que podría.

Julio Fernández Peláez

Publicado incialmente en El Periódico de Extramadura

PREDICAR Y DAR TRIGO

CARTA ABIERTA AL ECOLOGISMO DESDE LA REBELDE ZAMORA

Julio Fernández

Lo dice Ecologistas en Acción en una nota de prensa enviada a medios: Ecologistas en Acción «apuesta por el decrecimiento y por un despliegue que considera necesario, pero con un ordenamiento justo y respetuoso con la biodiversidad y los territorios, especialmente los rurales». Las palabras suenan bien, parece imposible estar en desacuerdo con ellas. Pero, ¿qué acciones se han llevado a cabo para hacer compatible ese despliegue con la biodiversidad? Que tengamos noticia en Zamora, no hay ninguna acción en este sentido y que, a su vez, tenga que ver con la organización que supuestamente nos acogía, es decir: EEA Confederal. Nuestra asociación, de ámbito provincial, formada exclusivamente por voluntarias y voluntarios, se ha visto desbordada por una avalancha de proyectos, especialmente en los últimos años, la mayoría de ellos imponiendo su ley contra la biodiversidad y los territorios; y cuando hemos pedido ayuda a EEA, una organización con fondos más que de sobra para llevar a cabo todo tipo de acciones, resulta que la respuesta ha sido: «cada grupo tiene la capacidad de fijar y llevar a cabo la posición a nivel local», que es como decir: rásquese cada cual sus pulgas. ¿Es por eso, como dicen, que nos hemos negado a reconocer consensos? ¿Qué consenso? En Castilla y León, a nivel Federal, hubo un consenso, tras una asamblea extraordinaria, que consistió básicamente en emitir una declaración contraria al despliegue de macro renovables, ¿y qué pasó?, ¿por qué no se llevó a cabo?, ¿alguien puede explicarlo?

Decía el viejo refrán que una cosa es predicar y otra dar trigo. Nuestra asociación no tiene apenas trigo, tiene ganas e ilusión, pero pensar que un grupo de quijotes pueden estar indefinidamente luchando a pecho abierto, conciliando vida familiar y laboral, restándole muchas horas al sueño, para conseguir meter a tiempo alegaciones y recursos, y al mismo tiempo estar soportando todo tipo de desprecios desde arriba, e incluso amenazas de expulsión, resulta que no tiene sentido. No, no tenía sentido seguir estando ahí, al lado de quienes con su soberbia apenas han podido escuchar nuestras peticiones de auxilio.

Dicen en su nota de prensa que asociaciones provinciales han logrado parar muchos proyectos, supuestamente sin la ayuda de la organización estatal, y ponen el ejemplo de Huesca, donde, es posible, no lo dudo, lo estén haciendo de maravilla; pero no ponen el ejemplo de Galicia, donde es bien sonado el activismo de Ecoloxistas en Acción Galiza, esa asociación que ahora dicen que nunca perteneció a EEA. Un grupo de resentidos que ha usurpado el nombre de una Federación. ¿No será al revés? ¿De verdad que se creen sus propias mentiras?

Lo hemos dicho tan claro como el agua, pero no nos sorprende la tergiversación que se ha levantado tras decirlo. Ecologistas Zamora SÍ está en contra del despliegue de las macro renovables en zonas de sacrificio, que en nuestro caso es toda la provincia de Zamora, pues atentan contra el paisaje, la biodiversidad y los valores socioculturales. Y porque en el fondo creemos que no se puede decir una cosa y la contraria al mismo tiempo: no se puede estar a favor del decrecimiento ‒de palabra‒ y aceptar con hechos un supuesto crecimiento industrial que necesita de montañas de litio y cientos de tierras raras, y de una producción ‒en países lejanos‒ en ningún caso sostenible.

Ecologistas Zamora es coherente en sus principios, por eso jamás se nos ocurriría decirle al activista de Aliste o a la activista de Sayago que se rasque sus pulgas. Actuamos en la provincia e incluso más allá de la provincia, si podemos, porque vivimos en un mundo conectado, y lo que pase en África, o en Gaza, seguro que nos acaba afectando. Y por eso no aceptamos donaciones a fondo perdido de fundaciones, ni cualquier sistema de financiación, pues esto implicaría vernos con las manos atadas frente a quienes mueven los hilos. Y por eso no pedimos una moratoria, exigimos que la pidan quienes tienen capacidad de diálogo en altas esferas, quienes se sacan fotos con presidentes de Gobierno, o quienes van de invitados a la COP.

Ahora toca empezar a caminar por una senda nueva, que en realidad era la misma, pero con menos piedras en el camino. Mis disculpas si estas palabras ofenden, pero están dichas con la intención de que algo cambie, no tanto para demostrar nuestras razones sino para hacer ver que es posible predicar y dar algo de trigo, pero desde la modestia y el esfuerzo.

10 de diciembre de 2023