LA DERIVA DE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN EXPULSA A DECENAS DE ACTIVISTAS Y MÁS DE 20 GRUPOS

La Asociación Ecologistas en Acción de Zamora y Ecoloxistas en Acción Galiza, esta última que engloba a su vez una veintena de grupos comarcales activos, deciden abandonar la organización Confederal de Ecologistas en Acción, así como activistas de otras Federaciones

Para ambas asociaciones, y para quienes abandonan la organización, el rumbo de Ecologistas en Acción deja fuera de juego al activismo ecologista de base, que en estos momentos se reivindica como imprescindible frente al nuevo colonialismo energético que sufren extensas áreas del territorio nacional, y en concreto Zamora y Galicia.

En lo relativo a estas dos asociaciones, las diferencias de fondo de carácter estratégico se han hecho evidentes en el último año, con posicionamientos radicalmente distintos en cuanto a la expansión de las macro renovables, tanto terrestres como marítimas, lo que las ha empujado a iniciar un camino independiente. Una expansión precipitada y sin apenas límites que podría suponer un daño irreparable para la biodiversidad, los paisajes, la economía tradicional rural y los valores socio culturales.

Tanto para Ecoloxistas en Acción Galiza como para Ecologistas en Acción de Zamora, es urgente situarse al lado de las plataformas territoriales y asumir los retos que solicita la sociedad civil en cuanto a participación ciudadana y pública. En uno y en otro caso, los logros son evidentes. En Galicia cabe atribuirse la desestimación de 9 grandes parques eólicos, y en Zamora, su labor en alegaciones y recursos está dando buenos resultados. Sin embargo, todo este trabajo ha sido llevado a cabo sin el apoyo Confederal de Ecologistas en Acción y en algunos casos con fuertes discrepancias.

En territorio gallego, tras la reciente creación de una Federación Galega de Ecoloxistas en Acción, en paralelo a la asociación preexistente desde 2019, y tras la obligación impuesta de tener que formar parte de ella pese a los enfrentamientos manifestados, la situación de Ecoloxistas Galiza quedó en completo desamparo. Y en Zamora, dado que en la Federación de Castilla y León ha rondado de forma permanente la idea de que este grupo sea expulsado, aun sin la existencia de una razón expresada con claridad, se ha decidido seguir el mismo camino que Galicia. En el fondo de la cuestión late la impresión de que «no nos vamos, nos echan», y de que más pronto que tarde las incompatibilidades y falta de comprensión de las diferencias se convertirían en insostenibles.

Tanto para Zamora como Galicia, es necesaria una refundación del activismo ecologista, alejado de toda tentación que nazca del capitalismo verde, ya sea a través de Fundaciones o simplemente mediante la aceptación de una transición que siembra muchas dudas, tanto desde el punto de vista mediambiental como socioeconómico. Es preciso, a su vez, aceptar que la idea de un continuo crecimiento nos lleva al colapso, y que de este crecimiento participan, también, las grandes empresas vinculadas a lo renovable. Es prioritario, también, redefinir la lucha, apuntando hacia el origen sistémico del caos climático que estamos viviendo, es decir: el consumismo capitalista.

Vienen tiempos de aceptación de los errores a escala global y de regreso a lo cercano y realmente sostenible. Es por ello que no se debe permitir la actuación con brocha gorda sobre los territorios rurales para, en muchos casos, borrarlos del mapa. Convertir extensas áreas en zonas de sacrificio no debe, ni puede, ser la solución. En este orden de cosas, Ecologistas en Acción de Zamora y Ecoloxistas en Acción Galiza se van, pero no abandonan su resistencia; es más, asumen esta nueva etapa con ilusión y esperan encontrar nuevas alianzas en ella.

https://cadenaser.com/castillayleon/2023/12/11/la-organizacion-de-zamora-rompe-con-la-direccion-confederal-de-ecologistas-en-accion-radio-zamora/

https://www.laopiniondezamora.es/castilla-leon/2023/12/09/division-ecologistas-accion-galicia-zamora-95628161.html

https://www.elespanol.com/castilla-y-leon/region/zamora/20231207/ecologistas-accion-zamora-separa-confederacion-evidentes-diferencias-macro-renovables/815418960_0.html

ADIÓS GLIFOSATO

28/noviembre/2023

ECOLOGISTAS ZAMORA APREMIA A LAS INSTITUCIONES A QUE RESTRINJAN O PROHÍBAN EL USO DEL HERBICIDA GLIFOSATO DEBIDO A LOS ENORMES DAÑOS A PERSONAS Y ECOSISTEMAS

La prolongación por parte de la UE del permiso para el uso del herbicida glifosato, no es un obstáculo para que el Estado, la Junta de CyL, diputaciones y ayuntamientos restrinjan o prohíban su uso. Ecologistas Zamora está convencido de que con el glifosato pasará lo mismo que con el amianto, se terminará prohibiendo, permitiendo entre tanto que su uso en nuestro país se ponga a la altura de los nitratos en su contaminación de aguas superficiales y acuíferos.

El 15 de diciembre entra en vigor la prolongación por 10 años del permiso de uso del glifosato por parte de la Comisión Europea. Este herbicida, es el más utilizado y el más cuestionado de todos los tiempos, pero ha sido, precisamente, el voto positivo del Gobierno de España el que inclinó la balanza, al negarse a unirse a las abstenciones de Francia, Eslovenia y Alemania o al voto negativo de Luxemburgo, Croacia y Malta.

Frente al potente lobby agroquímico, de nada ha valido que 40 entidades de la sociedad civil a lo largo de toda Europa expresaran sus dudas sobre la independencia de la EFSA (Autoridad Europea de la Seguridad Alimentaria). Tampoco ha sido suficiente el más de un millón de firmas para prohibirlo, ni la acumulación de pruebas de su toxicidad (la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer –IARC- ha catalogado el glifosato como “un posible cancerígeno para humanos”), o las millonarias indemnizaciones a las que está teniendo que hacer frente Bayer por reclamaciones de personas afectadas por el herbicida. Tampoco se ha tenido en cuenta la necesidad de cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo y su estrategia “De la Granja a la Mesa”, que propone para 2030 “reducir en un 50 % el uso de los plaguicidas químicos y el riesgo que conllevan, como también el uso de los plaguicidas más peligrosos”. Ni el hecho de que haya alternativas viables para el control de la vegetación no deseada en los cultivos.

Un potente disruptor endocrino

Al igual que ocurrió con el amianto, con toda la industria presionando detrás para que no se prohibiera, en los últimos años, el glifosato ha acumulado una abundante evidencia científica sobre sus efectos en la salud humana y los ecosistemas. Además de su más que probable efecto cancerígeno, el glifosato ha demostrado ser un potente disruptor endocrino que altera nuestro sistema hormonal, y ha demostrado la capacidad de alterar la biota intestinal de cualquier organismo hasta niveles patológicos. Todo esto afecta gravemente a polinizadores, organismos fotosintéticos, y a la fauna y las bacterias que habitan en los suelos. Téngase en cuenta que los productos a base de glifosato que se aplican en zonas rurales o urbanas son arrastrados posteriormente por la lluvia a las aguas subterráneas, arroyos, ríos y aguas costeras. La pulverización de herbicidas puede ser arrastrada por los fuertes vientos desde las zonas tratadas hasta los límites de los campos y los hábitats de la fauna y flora. Los animales que comen de los cultivos tratados con productos con glifosato también pueden tener efectos adversos.

Según el último informe “Nadando en Glifosato” de Ecologistas en Acción, en base a los análisis oficiales de las masas de agua españolas, el 34,6% de las aguas superficiales españolas estaban en 2022 contaminadas por glifosato en una concentración que incumple la norma de calidad ambiental. En lo que respecta al AMPA, principal tóxico generado en la degradación del glifosato, el 13,7% de los puntos de muestreo estaban contaminados, por lo que pronto el glifosato se pondrá en nuestro país a la altura de los nitratos en su contaminación de aguas superficiales y acuíferos.

Resulta vergonzoso que, frente a estos datos y a la alerta de científicos de universidades, centros sanitarios y de investigación, así como la reclamación de 150 organizaciones reclamando el voto negativo, España haya votado a favor de la prórroga y el ministro de Agricultura, Luis Planas, repita sin rubor los argumentos de la agroindustria mientras que en otras declaraciones afirma que apoya la producción ecológica, esta sí una alternativa real y sostenible, sin plaguicidas sintéticos ni herbicidas, junto al uso de métodos mecánicos, manuales y térmicos.

No obstante, la Comisión Europea ha recordado que los Estados miembros son los responsables de autorizar en su territorio los productos que contienen glifosato, y, por lo tanto, “seguirán pudiendo restringir su uso a nivel nacional y regional si lo consideran necesario”. Además, la propuesta que regirá a partir del 15 de diciembre contiene algunas limitaciones que tendrán su importancia si de verdad se vela por su cumplimiento, como son las limitaciones en cantidad de herbicida por superficie, las bandas de protección de entre cinco y diez metros o el uso de equipos que eviten la deriva del producto por el viento.

Alta concentración de glifosato en el Duero

En el río Duero, de los 293 muestreos realizados en 2022 por la Confederación Hidrográfica se detectó glifosato en 200 de ellos. Las detecciones más altas fueron en Hinojosa de Duero, Morales del Toro, Peñafiel y Medina del Campo, con valores de 90 a 340 veces superiores al valor de los límites considerados.

Las administraciones públicas de nuestro país que han decidido dejar de utilizar parcialmente el glifosato son Andalucía y Galicia. En Castilla y León la Consejería de Fomento y Medio Ambiente mira para otro lado frente al Procurador del Común, que desaconsejó ya en 2015 su uso en la limpieza de las carreteras y animó a diputaciones y ayuntamientos a tomar decisiones en ese sentido. En esa línea se han situado las Diputaciones de León y Ávila, así como numerosos municipios como Zamora capital y Pozoantiguo.

Entre los pasos en la buena dirección está la contratación periódica por parte la Diputación de Zamora de cuadrillas para la limpieza mecánica del entorno de los pueblos. Solo le falta ampliar esta práctica ia los contratos de mantenimiento de carreteras, y pedir a los municipios que hagan lo mismo en sus infraestructuras, ofreciéndoles este servicio. Todo ello le supondrá mayor carga presupuestaria, ciertamente, pero, a la vez que se crea más empleo en el ámbito de la sostenibilidad, se ahorrará a medio plazo en la depuración del agua.

No debemos olvidar que los escasos refugios de biodiversidad en nuestros pueblos, sobre todo en las zonas cerealistas del este de la provincia, además de radicar en las pequeñas arboledas, bosques y bosquetes, también lo están en los regatos, linderos y arcenes de caminos y carreteras.

Ecologistas Zamora insta a las administraciones a seguir el Principio de Precaución ya que al no existir consenso científico sobre la peligrosidad del glifosato (y sus derivados) sobre la salud de las personas o el medio ambiente, su uso debe abandonarse.

OTRO ECOLOGISMO POSIBLE ANTE LA FARSA DE LA COP28

Julio Fernández

La danza de la muerte, un macabro espectáculo medieval en el que de la mano de esqueletos, todas las clases sociales, representadas supuestamente por danzantes, se movían a la par, construyó un relato tan aterrador como certero de la igualdad de la condición humana frente a la muerte, en tiempos en los que la peste campaba a sus anchas y se llevaba por delante la vida de millones de personas.

No hace mucho se daba por iniciada en Dubái, con más rubor que bombo y platillo, la famosa Cumbre del Clima COP28, y entre sus ilustres participantes, al igual que sucedía en aquellas representaciones de la Edad Media, no podía faltar ningún estamento de poder, en especial los grandes centros de producción económica ‒y en consecuencia política‒. El objetivo de esta nueva danza no es luchar contra la muerte del planeta, un hecho que se certifica día a día con la desaparición a cada minuto de las más diversas especies, sino hacernos ver, al público en general, que la preocupación por el temido colapso alcanza tanto a ricos como a pobres, tanto a empresas entregadas al capitalismo puro y duro (origen y expresión máxima de la debacle climática) como a grupos con ideología supuestamente ecologista que dicen alzar la voz en contra del desmesurado consumo de petróleo pero que, sin prejuicio alguno, comparten baile con los jeques de ese preciado material de combustión.

Sin embargo, a diferencia de aquella certera danza de la muerte en la que se pretendía al mismo tiempo tomar conciencia como burlarse de los que desde lo más alto dictaban sus efímeras leyes, en esta otra de la COP28 todo es farsa y representación. Lo que menos se pretende es, precisamente, despertar la conciencia. De desear ese despertar, todas las organizaciones asistentes, o al menos las que se visten de verde, exigirían un cambio radical ahora, en este mismo momento y con premura. El planeta no puede esperar, la intervención ha de ser urgente o, sencillamente, empezaremos a pagar las consecuencias de tal forma que desearemos regresar a la Edad Media. No exagero, vean, solo vean, las cifras del aumento de la temperatura global en 2023.

No lo han hecho desde el primer minuto y no lo van a hacer, quizá porque a nadie le conviene ni tener conciencia ni que nadie la tenga. Por eso no debe sorprendernos, tampoco, que en este juego estén participando representantes ecologistas, quizá sin el consentimiento de donantes y voluntarios, que poco saben de estos tejemanejes en altas esferas; pues el ecologismo estructural, ese que se apoya en los propios gobiernos y las estructuras políticas dominantes, no puede permitirse no aparecer en la foto de la vergüenza, aún a sabiendas de que su presencia no hace sino complicar la desconfianza de la sociedad hacia ellos, y por tanto, la desconfianza hacia ecologistas que de forma honrada y valiente están luchando de verdad por un cambio de paradigma, tan vital como inaplazable y perentorio.

El ecologismo de base sabe que no le representa ese ecologismo que tan hábilmente se rodea de ilustres vendedores de crecepelo, y otros sátrapas, en medio de un paraíso (por el momento) abarrotado de lujo, pozos de petróleo y grandes capitales fluyendo de fondo en fondo de inversión, como en un juego de dados donde hay que avanzar de casilla en casilla, sin importar lo que te llevas por delante, hasta llegar a no se sabe qué lugar del futuro, porque el futuro no existe. El ecologismo de base sabe que necesitamos otro ecologismo posible, y por eso se esfuerza en tejer redes que lo protejan, no solo de quienes se empeñan en ocultar datos, desviar la atención con eventos espectaculares diversos, o acabar con activistas ‒en el peor de los casos‒, sino también protegerse de los ecologistas que dicen serlo pero que invierten todos sus esfuerzos por seguir el ritmo del baile que marcan desde arriba y, en consecuencia, invisibilizar las voces de quienes alertan sobre la farsa en la que quieren que vivamos.

Algo extraño está pasando cuando una consorte reina se atreve a sacar la palabra decrecimiento del armario, defendiendo a renombrados científicos, al tiempo que las grandes organizaciones ecologistas callan. Algo extraño está pasando, esto es evidente. Tal vez quienes manejan los datos económicos hayan comenzado a dudar, a sentir un cierto temblor en las piernas pensando la que nos puede caer encima. Algo extraño debe pasar cuando no somos capaces, desde abajo, desde los mismos territorios que más van a sufrir las consecuencias, de enfocar el problema hasta llegar al origen del mismo, con el fin de encontrar, al menos, la esperanza. Reabramos el debate, hablemos sobre esta extrañeza, pero sin representaciones falsas ni usurpación de nombres. Seamos, por fin, ecologistas.